Más allá del plano - viernes 20 hs.

Cine de ciencia ficción nacional

Proponerse hablar del género de ciencia ficción nacional parece ser algo descabellado en un país en el que la mayoría de sus producciones son de bajo presupuesto y están dirigidas en su gran mayoría hacia al campo documental. En tiempos en los que los países tercermundistas sólo pueden o deben hacer cine de denuncia mostrando las irreversibles consecuencias de la pobreza y la tiranía de los estados; todavía existen afortunadamente unos pocos cineastas, al menos en nuestro país, dispuestos a romper con esta hegemonía, en la que la única alternativa de producción viable es la realización de documentales. Existe otro cine, obviamente su repercusión o conocimiento es ignorado por la mayoría; pero sin embargo es de vital importancia para nuestra cinematografía porque nos abre las puertas hacia un mundo desconocido o mejor dicho hacia un mundo ya conocido pero que ahora podemos verlo de otra manera. El cine de ciencia ficción es esa otra manera de ver el mundo, de hacerlo perceptible a través de mecanismo que convierten lo conocido en extraño.


Por eso no nos debe parecer extraño que la Aquilea de “Invasión” se parezca a Buenos Aires pero a su vez no sea Buenos Aires; es como si estuviéramos en un mismo tiempo en aquel espacio mítico que nos remonta a épocas remotas en las que los dioses intervenían en los asuntos de los hombres y a la vez en la Buenos Aires actual, más precisamente en la de finales de la década del 60´. Este film más allá que no es el primero de este género en nuestro país, sí es considerado como uno de los más importantes debido a que incursiona en el género desde un punto de vista regional. A su vez la participación de Borges y Bioy Casares en el argumento y el aporte posterior de Borges en el guión cinematográfico dotan al film de temas recurrentes de la literatura borgiana. Para algunos Invasión es una película premonitoria de los sucesos que acontecerían una década más tarde en nuestro país. En este filma asistimos a la muerte del héroe borgeano encarnado por Lautaro Murúa, este héroe estoico paga con su vida el hecho de no comprender como el mundo conocido por el va a modificarse a causa de la invasión que a pesar de sus esfuerzos va a ocurrir. La muerte de Julián Herrera (Lautaro Murúa), es una muerte necesaria ya que el tiempo por venir no necesita de hombres solitarios que luchan cara a cara contra su enemigo; sino de una organización clandestina que como única alternativa para combatir a los invasores es a través de una logística de guerrilla.

Hugo Santiago al igual que Jaques Tourner comprendía que lo fantástico del cine era precisamente el dispositivo, que no era necesario apelar a artilugios costosos porque no hay nada más extraño que lo conocido. A todo esto Tourner nos dice: “… “el vagón de metro asediado”, yuxtapone la realidad y el terror. Si pone en escena situaciones básicas que todo el mundo conoce: el último metro, a media noche, y todas estas cosas… impresionan mucho más que un cohete interplanetario. El terror para ser sensible, debe ser familiar…”. Terror al que se familiarizo nuestro país en los años venideros a este film; probablemente el presagio que muchos le adjudican a “Invasión”, no sea tal, es posible que sólo intentara realizar una radiografía de la violencia que hasta entonces se encontraba en un estado de efervescencia; sin embargo el hecho de atribuirle a la película el don de predecir el futuro no sea más que uno de los tantos elementos a los ya mencionados que han construido el mito sobre el film de Santiago.

El caso de “La antena” de Esteban Sapir



Podríamos afirmar con seguridad que la película de Sapir a diferencia a la de Santiago no nos dice nada sobre el tiempo que vendrá sino por el contrario nos lleva a un espacio - tiempo de los primeros tiempos del cinematógrafo. Son claras las referencias a films clásicos de la historia del cine como “Metrópolis” (1927) de Fritz Lang, film futurista que nos introduce en una megalópolis del s XXI; sin embargo el director de “La antena” noventa años más tarde recrea una vez más en la pantalla aquel mundo escindido de la realidad que el s XXI nos deparó. A pesar de evidente y a la vez necesaria referencia a la película de Lang hay una suerte de puente temporal que los une, y es el espíritu por lo experimental. Cuando hablamos de lo experimental entrados ya en la primera década del siglo XXI, nos referimos a las posibilidades estéticas que los dispositivos digitales nos brindan. Sapir nos muestra un mundo fantástico construido a partir de ceros y unos, en el que aún podemos reconocer ciertos lugares que funcionan a manera de fondo como la Facultad de Derecho; sin embargo aquello que reconocemos como la F. de Derecho no lo es, en todo caso es la reconstrucción virtual, es decir es la Facultad de Derecho en su plena inmaterialidad. Por esta razón Lenne nos dice: “… De todas maneras, el cuerpo reconstruido por la tecnología y las prácticas cinematográficas es un cuerpo fantasmático, que ofrece un soporte y un punto de identificación al sujeto destinata
rio del film…”.



Es peculiar la reconfiguración del espacio ideada por Sapir valiéndose de recursos pertenecientes al cine de los primeros tiempos como los clásicos intertítulos o el viñeteado del comic. Esta reconfiguración espacial descansa en una carencia que es la ausencia de la voz. Sapir se vale de la imposibilidad tecnológica de registrar sonido existente en el período alemán de Lang; para diseñar el espacio de su film. Las letras intervienen e interactúan con los personajes resignificando y singularizando no sólo su significado sino también transforman a los sujetos / personajes de la película.

Conclusión

Ambos films no solo dan muestra de una habilidad narrativa sino que también nos posibilita reconstruir o mejor dicho construir la historia de nuestro país por medio de un género narrativo poco explorado y que parecía ser patrimonio de los estudios de Hollywood; lugar al que hasta entonces poseía de manera hegemónicamente el imaginario del mundo; pero como nos han mostrado estos dos realizadores nacionales, que es posible utilizar los recursos y sistemas narrativos en cierta manera ajenos a nuestra historia para contar valga la redundancia nuestra historia. Tampoco hay que dejar de lado la pasión por el dispositivo que no sólo une a Lang con Sapir sino a todos aquellos directores que no pierden de vista de que se trata la ciencia ficción que en palabras de Jean Louis Leurtrat nos dice: “… Así pues, por fantástico en el cine entendemos aquello que hay de fantástico en el dispositivo en sí mismo así como los efectos fantásticos producidos por el cine a través de los medios que le son propios…”